4.11.16

La imagen que está en mi escritorio sin saber porqué

Un día cualquiera me propuse revisar y ordenar cronológicamente las fotos de mi familia, contenidas en una antigua maleta verde, que se encontraba tirada en el cuarto. Tarea difícil que obviamente no he terminado. 
Entre las fotos encontré una que pasó a ocupar un lugar estelar entre mis cd's, libros, juguetes y recuerdos varios que tengo sobre el escritorio. La imagen no pertenece a mi infancia ni representa algo importante para mi familia, como algún matrimonio o la típica foto familiar, como sería lo esperable.
La fotografía es pequeña, impresa en papel brillante. En ella se nota un contraste notable entre el negro de la parte inferior, que dibuja las siluetas de una pequeña construcción, quizá una cabaña; un par de postes que sostienen una malla y alambre de púas; otra cabaña alejada, cercana al mar; un vehículo, al parecer un furgón; y hacia el costado derecho, árboles y un alero o bien podría ser un letrero publicitario. El contraste se completa con los colores más claros, que dibujan el celeste y calmo mar y el rojizo cielo. Un detalle interesante es el sol, representado por un luminoso punto rojo, que tímidamente sólo exhibe su mitad, ubicada entre la línea del horizonte y el alambre de púas ya mencionado. 
Al observar la foto la tomé de inmediato y la ubiqué en el lugar que aún conserva en el escritorio, como parte de algo que me representa, sin saber claramente porqué. Puede ser que haya sido tomada por mi papá en algún paseo familiar, mientras con mis hermanos jugábamos y mi mamá preparaba algo de comer. Quizá alguien la olvidó en mi casa y fue dejada erradamente entre los recuerdos familiares. Es probable que el fotógrafo haya querido plasmar la típica puesta de sol, olvidando que las fotos de paisajes son las que menos recuerdos evocan. Asimismo, puede haber sido tomada tan sólo para terminar el rollo fotográfico y cambiarlo por otro que contendría fotos que aún se encuentran en la maleta. O fue tomada por alguien que quiso recordar que en esa misma playa, una fría noche de verano, luego de varios vasos, fue invitado a bañarse en el mar, en un acto de fervor y liberación. 
Sin embargo, la imagen representada en ese papel pequeño y brillante es una muestra de algo pretérito, vacío e inerte, desconectada de todo recuerdo, incapaz de valerse por sí misma, de relacionarse con algún hecho importante o con algún integrante de la familia. Y ésa característica, que parece ser un defecto, muta y se transforma en una virtud: ser una imagen que tiene la capacidad de representar lo que quiero imaginar; de formar parte de mis (inventados) recuerdos; y de ocupar un lugar preciso, estable y casi definitivo en mi escritorio.