Muchas veces se usa el término "enemigo interno" en un contexto político, social, haciendo alusión a las fuerzas nacidas dentro de un país, capaces de desestabilizar el sistema, el régimen, el gobierno de turno (lo anterior, en términos simples. No soy sociólogo ni cientista político, ni pretendo dármelas de aquello).
Pero también existe el enemigo interno que cada uno lleva dentro. Ese ser intangible que se desarrolla y manifiesta en instantes de duda e inestabilidad; ese ente, esa otra parte que cada uno esconde y que aparece, por lo general, en momentos de resaca, los domingo por la mañana; y que crece en invierno, con frío, y se agrava cuando ni siquiera el fútbol es capaz de salvar la situación.
¿Cómo luchar con eso?, ¿cómo sobrellevarlo?. Quizás es conveniente suprimir la idea de derrocarlo, ya que siempre habrá un germen de actividad, siempre aparecerá en las condiciones antedichas. Lo mejor sería convivir con ese estado, aprender a conocerlo, hacer un acuerdo de paz y dejar que el tiempo haga su trabajo. (El tiempo... ese tema da para otra publicación...)
A pesar de todo no es tan nocivo, ya que ha hecho que me siente frente a la pantalla y escriba los versos más tristes esta noche...¿?... perdón, parece que alguien ya escribió algo parecido.
Precisamente ahora estoy en una tregua con el enemigo interno.
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