7.1.15
(Fragmento 1)
...Creer en ellos y darte cuenta que, al fin y al cabo, son parte de lo mismo; que se tapan, se protegen, se cuidan cada paso, como un ejército cuyas armas son las falsas sonrisas y palmoteos de espalda que de un momento a otro se transforman en puñaladas que se repiten constante y violentamente. Confiar en una persona, como nunca lo has hecho, y descubrir que te ha mentido tanto o más de lo predecible. O de lo esperado, porque al parecer, más que virtudes y beneficios, hay que esperar y resistir lo negativo, la envidia, el engaño, la deslealtad; soportar el dolor, y cargar con esa cruz cada día, con esa desconfianza que provoca el ensimismamiento y la lejanía de los demás. Te convierte en un hombre, casi ermitaño, que más que estar presente, lo que hace es observar, como un tercero, un espectador que, probablemente, tenga una pésima impresión de la obra que están representando los demás...
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