Una de las tantas cosas que me gusta hacer es ver libros. Saber las novedades editoriales, revisar nuevas ediciones de clásicos, pasearme entre los pasillos, observar los estantes. Me relaja. Me dan ganas de escribir. Aún así, me da rabia darme cuenta que siguen publicando libros cuya temática se centra en el golpe de estado y todo lo que trajo consigo. No es una crítica política. Es una crítica a la falta de contenido e imaginación. Por lo mismo, prefiero dejar esos libros para limpiarme el culo y tratar de leer la hoja blanca del papel higiénico.
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