Lunes. Temprano, cerca de las 11 am. En estricto rigor debiera estar trabajando, como lo he hecho desde hace casi siete meses. Para ser más precisos, haciendo la práctica, ésa interminable y agotadora (física y mentalmente) manera de ejercer el derecho y dar patrocinio y orientación jurídica a personas que no pueden contratar un abogado particular. Sí, es una noble manera de ejercer, o por lo menos acercarnos a la tan repetida igualdad en y ante la ley. Es cierto que hay personas que realmente necesitan un abogado, como hay otros que se aprovechan y abusan del sistema, de la gratuidad. Es que las aristas son muchas, y sinceramente creo que si esto pasa en una institución estatal donde el trabajo, por esencia, es inmaterial - por decirlo de algún modo -, me imagino lo que pasará en instituciones o programas donde lo esencial es otorgar alguna ayuda material o monetaria, como en los programas de subsidios.
He aprendido harto. Éso es innegable. Pero existen situaciones inaceptables, incomprensibles, y algunas repudiables. El plazo de seis meses es una falacia. En dos días más cumplo siete. En cuanto al trabajo gratuito que prestamos los postulantes, no creo que sea criticable si como contrapartida recibieramos un bono por concepto de colación o locomoción. ¡¿Cuántas veces no hemos tenido que gastar más de la cuenta por asuntos propios de la práctica?!. Y finalmente, en cuanto a las condiciones básicas, y que no sólo atañen a los postulantes, sino a todos los funcionarios del centro. Por ejemplo, el hecho que hayan cortado el agua durante algunos días, mientras en otra institución del Estado, ésa que nos representa a todos -el Congreso, para ser más claro- los "honorables" elegían el color de su Ipad 2.
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