1.8.09

Locos y No Tan Locos

No soy siquiatra ni sicólogo para explicar o dar un concepto de locura. Lo más probable es que para ellos sea una patología, un síndrome o una enfermedad. Sí, es cierto, y son los llamados “locos de patio”, los mismos que abundan en centros de atención sicológica y cosas por el estilo. Pero también están los otros. Esos “locos normales” – si es que algo o alguien se puede encuadrar dentro de lo que es normalidad -. Ésos que escapan al típico concepto que nos impone esta burbuja, esta estructura social que nos dice los pasos a seguir: nacer, estudiar y trabajar, como si la vida se tratara de una receta de cocina. Son los “locos lindos”, los que nos hacen reír, los que hablan idioteces o cosas sin sentido inmediato, pero que al analizarlas en profundidad nos abren los ojos y nos muestran cosas que a simple visa no percibimos. Hay muchos tipos de locos. Por ejemplo está Dalí, con sus extrañas pinturas surrealistas, y unos largos y ondulados bigotes; Neruda, con una dosis extrema e incontrolable de libido, que plasmaba sus amores y desamores en cada verso que dejaba escapar en sus obras; también está el Loco Bielsa, caracterizado por su meticulosidad y ensimismamiento; o Beethoven, escribiendo, componiendo melodías bellísimas. En fin, son personas excepcionales, especiales; llenos de genialidad y alegría… pero que también se dan a la tarea de llorar, de recordar con nostalgia cosas pasadas y llenar todos los vacíos a través de su arte, de sus actividades… a través de si mismos. Son los que, al fin y al cabo, nos hacen dar cuenta que todo esto, todo lo que vivimos y presenciamos, es más que cemento, edificios o tecnologías, o discusiones banales. Son el reflejo de lo que hay más allá.


Podría escribir los versos más lindos esta noche, pero ya están escritos. Podría dejarme largos bigotes y doblarlos en la punta, mientras contemplo mis creaciones pictóricas, pero alguien ya lo hizo. Podría ver videos de fútbol todo el tiempo e hincarme a dirigir al lado de una cancha de fútbol, pero un respetable argentino ya lo está haciendo. Es más, podría quedar sordo y aún así seguir creando música, pero esas melodías ya forman parte de nosotros.
Tan sólo me queda seguir escribiendo para así llenar cierto vacío de mi mismo, de mi entorno; para darme cuenta, quizás, que aquellos a quienes todo el mundo llama locos están más cuerdos que todo el resto, y que el mundo, a fin de cuentas, está girando al revés.



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