29.3.09

Otro Golpe a la Historia

Otro domingo caluroso, con resaca y algo de sueño. Pero fue un día especial. Y no precisamente por la problemática en que están involucradas cadenas de farmacias, ni por una nueva conmemoración del Día del Joven Combatiente. Jugó la Selección chilena, “la Roja de todos”, y siempre que sale a la cancha es un día especial. Hoy fue el turno de enfrentar a Perú en Lima, y el ambiente se veía hostil por los constantes ataques peruanos a las delegaciones nacionales que han visitado la capital del vecino país jugando en la fase de eliminatorias, por el actual conflicto limítrofe, y porque enfrentar a Perú siempre es especial. No por nada se conoce como el “clásico del Pacífico”, que de clásico tiene mucho, y de pacífico muy poco. La rivalidad entre estos dos combinados se demuestra en todos y cada uno de los encuentros. Para algunos se juega más que por tres puntos, se juega por honor y por historia.
Al parecer fueron oídas las palabras de Bielsa y de Solano, ya que no hubo incidentes dentro ni fuera del terreno de juego. En síntesis, fue un buen partido de fútbol.
Entrando a lo deportivo, Marcelo Bielsa tiene una claridad futbolística envidiable y pocas veces vista en técnicos nacionales, lo que se nota en su riguroso trabajo táctico y juego ofensivo jugando en Chile o en el extranjero. Y eso nos otorga tranquilidad a los chilenos e inspira respeto en nuestros rivales. Estamos consiguiendo puntos en calidad de forastero, Chile demuestra orden y actitud en la cancha, lo que nos acerca cada vez más a Sudáfrica.
Esta selección esta haciendo historia. Primero, al vencer a Argentina con un solitario tanto de Fabián Orellana; y ahora, luego de muchos años sin ganar en Lima, conseguimos tres puntos vitales con una extraordinaria actuación de nuestros jugadores, especialmente de Alexis Sánchez, “el niño maravilla”.
Pero hay que seguir construyendo ésta apasionante historia, cada vez más llena de alegrías que de frustraciones: Los jugadores y el cuerpo técnico en la cancha; nosotros, los hinchas, como espectadores en el estadio o pegados al televisor, alentando sin cesar. Porque no son sólo once, somos millones los que deseamos que esta historia tenga un final feliz.


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