21.3.09

¿Ser o no ser?... He ahí el dilema.

Cuando las estructuras son débiles y los pensamientos escasos; cuando las ilusiones exceden el límite de nuestras posibilidades y, con el correr del tiempo, pasan a ser frustraciones que nos invaden y atacan sin pudor alguno, tratamos de arrancar de ese hostil ambiente que se va creando en nuestra ilimitada conciencia. Muchos buscan soluciones por medio del término de su propia existencia, por medio de la autodestrucción y la despersonalización utilizando drogas y otros nocivos agentes externos. Es la escapatoria del yo. Otros pocos tratan de asumir la decepción que conlleva el paso irremediable del tiempo y la frustración constante y creciente. El resto, que comúnmente se suma al grupo anterior, trata de ser feliz en la medida de lo posible, con los beneficios y exigencias de la vida moderna, con las responsabilidades y libertades que, en mayor o menor medida, configuran el ser de todos y cada uno de nosotros. Y eso es quizás lo más importante: el ser. Ser a pesar de las adversidades; ser porque, irremediable y afortunadamente, todos tenemos nuestro espacio de desarrollo, nuestra función u objetivo el presente, aunque éste se reduzca tan sólo a ocupar un espacio físico: espacio que, al mismo tiempo, no puede ser ocupado por otro. Shakespeare: ¿ser o no ser?... Ser.


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