Existen batallas en que la potencia y calidad del armamento, y el esfuerzo de los guerreros, ceden, se desmoronan ante la efectividad. Éso fue lo que percibí luego del partido de la selección de Israel y "la Roja de todos" - en realidad, casi de todos, ya que faltaron los jugadores que compiten en el torneo nacional -.
Ni Humbert "Chupete" Suazo, cuestionado, pero desequilibrante a la vez; ni un inspirado y talentoso Alexis Sánchez que a punta de gambetas, amagues y goles se llena de elogios en Argentina, en el equipo de la "banda sangre"; ni el mejor jugador de América del año 2006, Matias Fernández o "Matigol" - apodo cada vez menos utilizado -; entre otros, pudieron inflar las redes del elenco israelí.
Mientras Chile atacaba, Israel, mediante lanzamiento libre anotó el primer y solitario tanto del encuentro. Extraño gol, consecuencia de la "ingenuidad (de los jugadores chilenos) o error arbitral", como señaló en propio Marcelo Bielsa.
Chile atacó constantemente, pero a veces de forma desordenada; con gran volumen ofensivo, tratando de imponer la fisonomía de juego anhelada por el "profe" trasandino. Sin embargo, todo ésto no bastó. Nuestro guerreros se encontraron con seis o siete rivales cada vez que entraban al área enemiga; cada vez que intentaban crear, juntarse, devolver una pared o rematar de distancia, el balón se iba fuera, consecuencia de un rebote, un despeje o simplemente por falta de dirección.
Todo lo anterior me hace recordar la popular y a la vez preocupante y desalentadora frase "jugamos como nunca...perdimos como siempre", tan arraigada en el inconciente futbolístico nacional.
En partidos como éste carecen de valor frases como "merecimos ganar", ya que, en el fútbol, "los goles no se merecen... se hacen".
(Miércoles 26 de Marzo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario